lunes, 3 de diciembre de 2007

Poema “Eran cinco hermanos”, recitado en el acto por el propio autor Roberto Castro



ERAN CINCO HERMANOS

A los hermanos Pérez Vargas

Mano abierta, amistosa, cálida

cerrada, dura protesta

cinco hermanos.

No será el sueño inmemorial

el que les nombre

será el de la vigilia atenta de los Miércoles

al caer la noche

El tenue flamear del cirio

en la monocromía de la noche

dibuja con su lánguido destello

los contornos del alma y sus misterios.

No conocéis el bronce

ni la gloria del mártir oficial

solo sabéis del dolor y la tristeza

del insurrecto puño encarcelado

ni siquiera el del ensueño de la gastada noche

ni la secreta música de estos barcos anclados.

Poema “A María Cristina López”, recitado en el acto por Grecia Gálvez

A María Cristina López

Cómo dormir tranquila si hay un niño en la calle

el amor es una fiel ave del paraíso

que el dolor del abandono no mate al amor.

De su humildad nace su orgullo

y de su orgullo la rebelión

ante la opresión y la injusticia.

No fuiste sino un nombre para muchos

pero cuajado de hermoso contenido.

hija menor, niña de rubios y largos cabellos

eterna sonrisa dibujada en tu boca

ojos brillantes de azúcar morena

veintiuna floridas primaveras.

Qué odio más brutal y más insano

se descargó en la intensa madrugada de tu vida.

vano intento de acallar tu grito rebelde

extinguir de tus ojos de niña la llama de justicia.

Tu voz sobrepasó a la muerte

y la llama de tus ojos nos alumbra.







Poema “Puerto futuro”, recitado en el acto por Facundo Leylaf


PUERTO FUTURO

Acá estuvo y permanecerá Puerto Futuro,

molo de atraque para cargamentos de sueños imposibles.

Velas al viento, esta nave señala la ruta a la región de la

utopía

para quienes crean en la invalidación de lo inverosímil.

Desde estos cimientos, en este lugar, siembra del odió, del horror, el espanto y la muerte, germinara vida

de la semilla del dolor, brotará alegría

de los dominios del espanto, al reino de la ilusión

Henos aquí, rebosantes y resueltos contemplando el retorno de nuestros dioses

observando extasiados el velamen de su nave, que cual un barco fantasma emerge desde el mar de la desdicha

navegantes que al impulso de los sueños se alejaron transitoriamente

Jamás lograron apagar vuestro espíritu indomable ni acallar vuestras voces, que a través de nuestras bocas continuaron entonando sus cantos

a través de nuestras rebeldías continuaron gritándose vuestras rebeldías.

Los cirios encendidos en las noches de los Miércoles

fueron el faro permanente de la espera, del regreso de nuestros injusticiados que hoy,

con estrepitosos sones, vuelven con guitarras, charangos, quenas, tambores

con lagrimas y risas de contento

a trasbordar su carga de consignas, poemas y canciones

con el espíritu intacto y acerado

ardiente siempre como nuestra sangre roja

como esas rojas banderas de combate desplegadas

roja como nuestros símbolos, como nuestras voces y gargantas,

como nuestros gritos, como la rebeldía que nos empapa y nos impulsa,

como nuestra congoja, roja como nuestra vergüenza y nuestra ira ante la injusticia,

como nuestra proclama y el encendido discurso que te nombra y que te llama

¡LIBERTAD!

Palabras de Roberto Castro

Queridos amigos, entre los que han asistido para acompañarme a la presentación de este modesto libro, habemos varios que pertenecemos a una generación en vías de extinción. Esto no es malo ni bueno, es un hecho que yo constato.

Con algunos hay un largo camino de andanzas y experiencias compartidas, las considero gratas, ya que como el vino, a mayor envejecimiento mejor sabor.

Estos poemas, que son un homenaje a las víctimas, al torturante dolor de sus familiares y amigos, son también un reconocimiento a sus sueños.

Yo no los conocí, no supe de su existencia hasta hace unos tres años, tal vez cuatro, cuando me incorporé a un colectivo que luchaba por recuperar el sitio para levantar una casa de la memoria.

Llegué a él, como llego siempre a las organizaciones sociales, sin más interés que servir. La mayoría de las víctimas, bien podrían haber sido mis hijos, por su juventud.

Este hecho me tocó en lo más profundo y a través de la lectura de los relatos que sus familiares hacían, los poemas fueron tomando forma. Yo no compartía del todo sus sueños, pero comprendí que la diferencia entre sus sueños y los míos, pasaba a ser un detalle. Los años vividos no son en vano, hacen comprender la importancia de la tolerancia, lo sabio de ella y lo insensato de la intolerancia.

Poco hemos aprendido en relación a que no todos podemos ver las cosas del mismo color, más aún cuando usamos gafas oscuras y nos perdemos de admirar la belleza del caleidoscopio que nos ofrece la vida.

Para abreviar y no cansarlos, les voy a hablar de la última vez que tomé parte en una manifestación de protesta, fue en la de los pingüinos. Me encontraba cerca de la Universidad de Chile, en la esquina de Arturo Prat, pasaba el guanaco y los jóvenes estudiantes les disparaban una andanada de piedras, desde todos los ángulos. Yo entusiasmado tome una piedra (la calle estaba regada de ellas) y, juntando todas mis energías, la lancé hacia el carro policial. El proyectil no alcanzó el blanco. Una muchacha que estaba a mi lado me contempló extrañada y me dijo, “abuelo ¿qué hace usted aquí?, váyase para su casa”.

Me retiré masticando la frustración de la inulidad de mi esfuerzo. Este golpe a mi autoestima me hizo buscar otra forma de lanzar un objeto al rostro del sistema, ya no piedras, si no sueños. Los de estos muchachos y los míos, qué importa que sean diferentes, ¿acaso las piedras no lo son?

Este libro es eso. Espero obtener mejor resultado que con mi última piedra y que nadie me diga: “abuelo, váyase para la casa”.

Roberto Castro

Palabras de Martín Faunes Amigo

Presentación del libro “Puerto futuro”

Me pidieron que cantara un tango en un acto que harían en ese lugar de José Domingo Cañas donde hubo tanto sufrimiento. El tango era para de algún modo acompañar o más bien para servir de marco a un poema que recitaría un poeta que era entonces para mí desconocido. El poeta desconocido, para quien cantamos con la excelente cantante Jimena Oros el tango que nos pedían, recitó entonces algo muy hermoso que hacía alusión a aquella Luciérnaga curiosa de Gardel y Lepera, pero que estaba tomado no en el sentido clásico de los tangos; esto es: el amor de pareja, sino en otro sentido innovador que tenía que ver con lo social y con el sufrimiento, muy ad hoc con todo aquello tan triste que ocurrió en la casa de horror de José Domingo Cañas, donde la dictadura se ensañó con tanta gente pero sobre todo con personas tan buenas que, con un sentido profundo de justicia, lo habían entregado todo por la causa de los pobres, por la causa de los más humildes. Invité pues a ese poeta a participar en el colectivo de arte Las historias que podemos contar, donde desde hace años, con un puñado de escritores soñadores, hemos soñado con conservar la memoria de aquellos que se la jugaron en contra de la dictadura del tirano Pinochet, y el se sumó así a nuestro sueño.

Hoy confieso que he robado algunos de los poemas de “Puerto Futuro”, el libro que hoy lanzamos, específicamente aquellos referidos a recordar a una profesora y a una estudiante de pedagogía que Roberto había incluido entre sus poemas. La profesora era Lumi Videla Moya, quien fue asesinada en José Domingo Cañas y lanzada muerta al jardín de la Embajada de Italia, y la alumna era María Cristina López Stewart, que estudiaba pedagogía en Historia y, tras haber sido cruelmente torturada en José Domingo Cañas, hoy es una detenida desaparecida, su nombre apareció en la lista de los 119. Ambas mujeres eran militantes del MIR y María Cristina era mi jefa en esa organización.

Los dos poemas robados a Roberto aparecerán en el libro “Aulas que quedaron vacías”, que será publicado por Quimantú en homenaje a los profesores que cayeron luchando contra la dictadura y como tercer volumen de la saga “Las historias que podemos contar”. Así fue como conocí al poeta Roberto Castro, y cómo éste se sumó al colectivo de arte “Las historias que podemos contar”. Así fue también cómo terminó de escribir los poemas que componen su libro “Puerto Futuro”, y así fue como le robé un par de poemas y el accedió a regalarme otros dos para “Aulas que quedaron vacías”.

Me falta decir eso sí, que a medida que fui conociendo más a Roberto, supe que por otros tiempos había catando tangos, y que había sido de los que se la jugaron contra los tiranos, y supe también de que debió padecer el exilio; pero lo que más quisiera destacar de él, fue su vuelta al país donde ocurrió una situación tremendamente atípica que no puedo menos que celebrarle, por esta razón es que la narro hoy para ustedes con pequeña explicación previa. Cuando se pudo empezar a rehacer el trabajo político en las poblaciones, los compañeros iban a las poblaciones y a los sindicatos y se valían de diferentes dones que ya poseían para tener alguna chance de incorporarse en los frentes. Entre ellos había muchos cantantes o músicos, pero Roberto había perdido la voz y además no tocaba instrumentos. Había también cuentistas y dramaturgos, que se valían de talleres literarios y de obras teatrales que montaban, pero Roberto no escribía cuentos ni poemas, y de teatro nada sabía tampoco.

Y aquí viene lo sensacional. Roberto, se revisó buscando alguna disciplina que le permitiera esta cobertura y al no encontrar ninguna, tuvo una idea genial: se convirtió en poeta. Sí, tal como lo escuchan. Se convirtió en poeta y la verdad es que un poeta hecho así forzado no parece que pudiera llegar ser un poeta verdadero o uno bueno siquiera. Así lo diría al menos cualquiera que supiera algo de arte o de literatura. Pero. Roberto Castro, poeta forzado y voluntarioso, convertido en poeta como una opción para luchar contra la dictadura es un excelente poeta. Atípico, cierto. Súper atípico, bueno, y qué atípico o no Roberto es excelente. Conozcan su libro, gocen de su poesía, recuerden con él a gente que no debe olvidarse, y aplaudámoslo.

Martín Faunes Amigo

Puerto Futuro: Libro de poemas de Roberto Castro

El jueves 28 de noviembre, Martín Faunes presentó el libro de poemas de Roberto Castro: Puerto Futuro, con poemas sobre la gente que cayó en la Casa del Terror de José Domingo Cañas. El lanzamiento fue en la Casa del Escritor, SECH, en Simposon 7, Plaza Italia.

Participantes.

Hilda.

Habla Roberto.

Grecia recita.

Cinco escritores


Belleza del país vasco.

jueves, 1 de noviembre de 2007

Martín Faunes y Julio César Ibarra capacitando cuentacuentos en La Pintana


Martín Faunes, presentando su ponencia en el Seminario Internacional de Minificción, desarrollado en Chile, en agosto de 2007.
Martín, en el Taller de Cuentacuentos "Tenemos tanto que contar...", CEAM de La Pintana, junto a Juanita Avendaño.
Martín Faunes, junto a Karina Arias, directora y Elías Vega, profesional del CEAM de La Pintana.

El escritor Martín Faunes, Karina Arias, Elías Vega, Ruth Vera, de la Fundación Hogar de Cristo y el poeta Julio César Ibarra, momentos previos a la presentación de la ponencia de Martín en el Seminario Internacional de Minificción, que incluyó el proyecto que la Corporación Letras de Chile y el Hogar de Cristo realizan en conjunto, el taller de cuentacuentos "Tenemos tanto que contar...", en el cual participan adultos mayores, a los cuales se les capacita para ir a contar cuentos a las escuelas básicas del sector.

Experiencia que ha resultado ser tremendamente exitosa y que pretende ser transferida a otros Centros de Encuentro del Adulto Mayor. Asimismo es una extraordinaria oportunidad para que los escritores de Chile se inserten en las comunidades de base para iniciar una vez más un diálogo profundo con el corazón la memoria del pueblo y su inconsciente colectivo.